Ya sea invierno o verano, primavera u otoño, Jaca es una ciudad llena de vida, con calles plagadas de tiendas, bares y restaurantes. A su cercanía a los centros invernales de Astún y Candanchú se añade un entorno de gran belleza paisajística y un rico patrimonio monumental.
Su catedral, de estilo románico, fue una de las primeras de este estilo construidas en la península, allá por finales del siglo XI. Nació ligada al nuevo reino de Aragón y al Camino de Santiago, convirtiéndose en templo de referencia. Su influencia se aprecia en la reproducción del característico crismón trinitario de su portada principal o el famoso ajedrezado jaqués. Su extraordinario Museo Diocesano exhibe una de las mejores colecciones de pintura medieval del mundo.
Su casco antiguo acoge otros muchos edificios de interés como la Ciudadela, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XVI, y que alberga el Museo de Miniaturas Militares; el ayuntamiento renacentista o iglesias como la de Santiago, del Carmen o San Salvador y San Ginés, con el sarcófago de la infanta Doña Sancha, auténtica joya de la escultura románica.
Jaca es una localidad en la que la fiesta se vive en la calle, especialmente con la celebración del Primer Viernes de Mayo y el Festival Folklórico de los Pirineos, ambas declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional.
La mejor panorámica de la ciudad la encontrarás desde el Fuerte de Rapitán, que se funde con el paisaje. Y desde el mirador de Peña Oroel, al que podrás subir en coche, disfrutarás de unas bellas vistas de todo el Valle del Aragón.